Las antiguas culturas y civilizaciones estuvieron
convencidas de la rencarnación.
La sostenían todas las culturas indoamericanas.
Los antiguos egipcios creían también que reencarnábamos, y
era posible hacerlo en un hombre o en una mujer, de cualquier condición y raza,
pero también en cualquier animal o planta. El
embalsamamiento tenía por objeto evitar rencarnar en su ser inferior a la
categoría que se había tenido en la última vida. Era como un recordatorio para
los Dioses.
También creían en la rencarnación los chinos, los griegos,
los romanos. Incluso los primitivos cristianos, hasta el Concilio de Trento, afirmaban
que los hombres vuelven a la Tierra, e incluso que Jesús-Cristo era una
suerte de reencarnación de uno de los profetas anteriores.
Los hindúes, dentro de sus distintas religiones o sectas,
han llegado a afirmar que en el mundo todas las cosas reencarnan, todas las
cosas vuelven a vivir; hasta el propio Universo lo hace.
Toda cultura que sostiene que el tiempo no es lineal sino
cíclico creen en la rencarnación.
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