Su padre, ingeniero, nacido en un cosmopolita puerto del Mar Báltico, tuvo una gran influencia sobre él; le enseñó el idioma alemán.
El multilingüismo de Xul provienen tanto de la familia de su padre como de la de su madre.
Emilio Schulz, joven y talentoso técnico con un valioso
título universitario, y don Agustín Solari (abuelo de Xul), emprendedor italiano con dos hijas
casaderas, se asociaron para instalar la fábrica de cerveza "Schulz y
Solari", que giraba también en los rubros destilería, refrescos, limonada,
gaseosa y soda.
Agustín Solari estaba a cargo del aspecto comercial,
mientras que Emilio ejercía la dirección técnica y gestionaba las
habilitaciones gubernativas. Los diseños de la maquinaria que había preparado
Emilio fueron aprobados sin problemas por las autoridades, y el establecimiento
ganó prestigio. Sus cervezas y licores fueron premiados en exposiciones y
ferias, tanto en Buenos Aires como en Berlín. El negocio se amplió hacia 1.888
con un anexo que fabricaba hielo.
El joven Schulz, un muchacho culto
y ceremonioso, alto -1,85 m- y moreno, fue deslumbrado
por las hermanas Solari y se enamoró de la mayor, Agustina (18 años), con quien se casó
en la iglesia de San Fernando en una ceremonia oficiada el 21 de marzo de 1.885.
El niño Alejandro llega al mundo en un lugar situado a pocos
metros de la plaza del pueblo, en una casa de bajos anexa a la fábrica de
cerveza, con ventanas enrejadas y una puerta de madera con llamador, en el
corazón de San Fernando.
Pero la fábrica de cerveza no sobrevive a la muerte del abuelo materno.
Su padre -ingeniero- trabajó en obras en el Brasil y en Rosario, hasta que obtuvo un puesto estable como ingeniero en la intendencia de Buenos Aires.
En 1.901, la familia deja la zona del Tigre y se muda a la capital.
Xul Solar, por entonces conocido como Alejandro, ingresa al Colegio Nacional de Buenos Aires.
En 1.903, el padre de Xul Solar obtuvo la nacionalidad argentina y asumió la jefatura técnica de las oficinas de la Penitenciaria Nacional, donde se desempeñó durante más de 20 años.
En 1.905 (a los 18 años), Alejandro ingresó en la Facultad de Arquitectura, pero abandonó la carrera dos años más tarde.
Tras haber ejercido diversos empleos, entre ellos un cargo burocrático en la cárcel, gracias a la intermediación paterna, y otro en la intendencia porteña, Alejandro juntó ahorros para llevar adelante el soñado viaje a Europa; se proponía así adquirir una formación a la altura de las pretensiones de toda una generación de jóvenes latinoamericanos postulantes a la carrera artística.
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