sábado, 19 de enero de 2013

De donde soy

Cada uno que nace comienza su búsqueda de manera ingenua.
¡Cuál es el propósito para el cual nacemos?
Justamente, encontrar nuestro camino, nuestro lugar en este maravilloso contexto, adonde nos conduce el desarrollo de nuestro potencial innato.
Todos por igual nacemos con un potencial sensible e intelectual para hacerlo, no importa nuestra raza ni nuestra condición social.
De hecho, debemos aprender. De hecho, vale equivocarse. Lo que no vale es no aprender de los errores. Atascarse en un nivel y creer que ya se lo ha logrado.
Sería maravillosa la inmortalidad, pero para qué la querríamos si es posible llegar a un punto, después del cuál ya no es posible crecer: ese punto es la inmovilidad, el silencio, la contemplación. 
Creo que somos cuerpo y espíritu.
Cuando logramos entender que el estado perfecto es la contemplación, ¿para qué necesitamos el cuerpo?
Yo llegué a ese punto mágico el día 9 de abril de 1.963; tenía 76 años, que son los que invertí en alcanzar mi lugar en el Universo.

No creo que reencarne; eso es para los que se quedan a mitad de camino de la realización de sus potencialidades. Ahora estoy de donde soy (¿el sueño o la fantasía es menos real que la realidad?:


Pero sí reencarnó, porque el Budismo creía que se alcanzaba el Nirvana cuando uno mismo alcanzaba el escalón más alto, pero no es así. No importamos nosotros, sino nuestro propósito. Reencarnamos para seguir ayudando a concretar el propósito, que no es nuestro, como creímos, sino del Destino, o la Providencia.

Reencarnó, en una mujer que vive en Europa y trabaja en un Proyecto de Conciencia Global.


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